Caminata por la orilla del canal de Oxford

facebook-imagen-sobre-linkk-16

El estudio de Lewis Carroll – Oxford, UK. 

Hace dos años estabas caminando por la orilla del canal de Oxford. Te habían dicho que ese era el río por el que había navegado Lewis Carroll cuando le contó a su pequeña amiga, por primera vez, la historia de Alicia en el país de las maravillas. Intentabas absorber todo lo que veías, porque para eso se suponía que era tu viaje, pero hacía demasiado frío y el viento del final del invierno te golpeaba los oídos, los dedos debajo de los guantes baratos, la piel que hace días se quería quebrar pero no encontraba un lugar para hacerlo.

Te habías hospedado un par de días en la casa de un señor que cargaba una soledad demasiado larga. Su puerta estaba cubierta de maleza. Su casa abarrotada de pequeños objetos sin valor, cubiertos de polvo. Y la alacena repleta de recipientes de vidrio con salsa roja para pastas. Podría alguien encerrarse allí durante tres años y siempre tendría salsa para pastas.

No recuerdas ahora su nombre, pero sí que te detenía en la mitad de cada frase para corregirte la manera en la que juntabas las palabras en un idioma que no era el tuyo. Y que insistía que no tenía sentido comer pastas con tenedor, y te pasaba una cuchara. Las turistas coreanas, tan correctas y calladas, se habían llevado sus maletas muy temprano en la mañana y ya solo quedaban él y tú.

Hubieses podido irte también, despedirte con amabilidad dulce, y aprovechar tu último día en Oxford para recorrer una vez más el centro de la ciudad. Pero al bajar la maleta, te preguntó si querías un café. Sabía que eras colombiana y quiso impresionarte sacando el que tenía reservado para los días importantes. No le quisiste decir que tu lengua apenas distinguía la diferencia, tomaste la taza y escogiste el sillón que le daba la espalda a la ventana.

Y le hablaste de tu familia, de tu papá que contaba todos los días cuánto faltaba para que volvieras a Colombia y de tu hermano menor que por las noches se asomaba por el marco de la puerta a invitarte a fumar en el balcón, y tú le tenías que recordar una y otra vez que no fumabas. Le hablaste de tus compañeros de casa, de lo extraño que a veces era vivir con un ghanés que veía novelas mexicanas y una chica de la India que nunca había aprendido a vivir sin criados.

Durante el almuerzo, él te habló de sus huéspedes. Del gringo que aún le mandaba postales desde las nuevas ciudades a las que visitaba, de la mamá española y sus cuatro hijos pequeños a los que se ofreció a cuidar una tarde entera, mientras ella se iba a aprender arquitectura por la ciudad. Al final te dijo que te guiaría hasta al inicio del canal, para tomarte una foto que se ha perdido ya.

¿Hace mucho no pensabas en él, no? Pero qué habría para recordar, los pasos que hacían crujir la madera gastada con el sobrepeso de 65 años de soledad inglesa y estantes repletos de comida enlatada. Y, que mientras intentabas pensar en Lewis Carroll, mientras caminabas hacia la estación de tren que te llevaría de vuelta a Bath y sentías que la fiebre entraba despacito a tu cuerpo, lo veías a él regresando de su caminata y sentándose en el sillón verde, en su casa callada, con sus objetos de polvo y las postales del gringo.

Y cuando llamó mamá, le hablaste de las torres de las iglesias que parecían tocar el cielo nublado, y de las embarcaciones rojas a la orilla del canal, y de los cánticos del coro infantil cuyas notas quebraban la voz que no salía de tu garganta. Porque esa era la Inglaterra que tenías que narrar, la que te prometieron que verías desde que pagaste los millones de pesos que no tenías y te montaste en ese avión.

Pero hoy, cuando ya hay dos años de distancia con el recuerdo, cuando buscas las fotos del viaje y no aparecen por ningún lugar, recuerdas que Inglaterra se parecía más a él. Al señor que tenía que abrir sus puertas a turistas desconocidos, para que de vez en cuando se oyeran voces dentro de su casa.

Los finales sordos

FINITOCómo se van acercando los finales. De puntitas y en pijama. Cómo se van acercando los finales, y los colores cambian.

Con los dedos me aferro a los días, a las voces, a las presencias. No sé qué hacer con este final que me mira con los ojos grandes cuando despierto una mañana. Le digo que no, que aquí nadie se está preparando para despedidas, que se vaya del cuarto y cierre la puerta tras de sí. Él se acomoda entre las cobijas, y más tarde camina a mi lado hacia la oficina, se sienta en la silla del lado, se toma el último sorbito de café.

Sospecho que los finales tienen ojos, pero no oídos.

La vida se parece a un tren

En el tren el paisaje se va hacia atrás, y se lleva las casas de ladrillo y techo triangular, los campos verdes y cuadrículados, tan parecidos a la mente de los ingleses.

Al frente mío está sentada una niña igual a mí, de pelo castaño, piel blanca y labios cerrados, que también escribe en una libreta mientras el paisaje se va para atrás. En Inglaterra hay muchas niñas así, pelilargas con frizz, convencidas de la idea romántica de escribir en un tren o leer bajo un árbol en un parque.

A veces me da rabia ver las pequeñas copias de mí (¿o soy yo copia de ellas?), que caminan y leen y escriben, y me roban mis momentos clichés.

Conversaciones

people4

Mira que a veces quiero decir cosas que me pesan dentro del pecho. Pero me han dicho tantas veces que soy tan sensible y tan dramática. Que hay que restarle drama a la vida, que la gente sigue adelante y olvida, y eso está bien. Que uno no es tan importante. Pero mira que a veces me pesan mucho las cosas que quiero decir, así parezcan demasiado pequeñas o demasiado pesadas. Como cuando alguien me regañó porque le dije a una persona que todavía me sentía incómoda de tenerla al lado, así hubieran pasado un millón de años y nada importara ya. Pero a mí me importaba y quería decir que aún me pasaba en el pecho. Esa persona me miró muy extraño, como a quien le entregan un montón de algas llenas de agua, y solo quería una cerveza. De pronto yo soy así, tengo que entregar algas en las manos,  y que las personas piensen que soy extraña por ir cargándolas por ahí, y luego entregándolas. Pero mira que las manos se me arrugan, y lo que la gente dice que no debe pesar, pesa, y pesa mucho. A mí me pesa mucho. Me pesa mucho no poder decirle a los demás que a veces no soy capaz de andar. Uno de mis ex novios dijo alguna vez que yo me habia quedado atrancada en una serie de Warner Channel, pero yo solo estaba herida y quería decirle las cosas. De pronto la gente piensa que el dolor solo se expresa en la ficción, o no solo el dolor, también la ansiedad, o el miedo, o las ganas de hablar con sinceridad de vez en cuando. De resto, dicen, dicen todo el tiempo, que tenemos que seguir adelante, y vivir las cosas con la cabeza vacía de recuerdos. Vacía de cosas.  Pero yo me pongo el vacío en la cabeza como cuando te pones un balde en la cabeza, y está lleno de agua sucia porque acaban de trapear el piso después de una fiesta.

Cinco años después de una lista

11130247_10155388324395456_129680266974576675_n

Hace cinco años hice esta lista de cosas que, aunque me costara, tenía que aceptar. Tenia 20 años, acababa de terminar quinto semestre de la universidad en Bogotá y había regresado a Medellín a pasar las vacaciones. Había muchas cosas en mi cabeza en esos meses, acaba de pelear con Amigo Inocente y tenia un montón de dudas sobre el amor, la amistad y el futuro.

Hoy tengo 25 años y muchas cosas han cambiado. Me gradué de la universidad, trabajé un par de años y luego decidí que era hora de cumplir mi sueno: estudiar escritura creativa en el exterior.  Ahora vivo en una pequeña ciudad de Reino Unido, llamada Bath. En cuatro días llega mi novio a vivir a Londres, después de ocho meses sin vernos.

Todavía soy una chiquita en muchas cosas pero hay tantas cosas que he entendido en estos cinco años.

  1. Me gusta el reggaeton (Bueno, sí… pero he descubierto que me gusta porque me recuerda a mi hermanos y a mi ciudad. Es un pedacito muy vergonzoso de Medellín que me gusta dejar guardado en algunos rincones)
  2. Me puedo tomar 3 litros de coca-cola al día. (Creo que he envejecido un poco porque me marearía tomar tanta Coca-cola, pero aun puedo tomarme un litro. Eso cuenta?)
  3. Estoy completamente en contra del aborto. (Nada ha cambiado aquí, la vida es difícil pero nunca deja de ser hermosa)
  4. Me encanta el aguardiente (Yep, y me hace mucha falta. Hace unos meses pagué 15 Libras en Londres por media botella)
  5. Puedo pasar horas viendo series viejas adolescentudas pendejas. (Este punto me asusto, ayer me dormí a las 2 de la mañana volviendo a ver la primera temporada de Gilmore Girls)
  6. Me da miedo Lady Gaga (Hace mucho no pienso en ella, alguien todavía piensa en ella?)
  7. A veces puedo dormir un día entero (Esto no ha cambiado para nada y creo que no cambiará. Hay batallas perdidas desde que empiezan)
  8. No he pagado la factura del televisor desde hace un año (Bueno, no tengo que pagar televisor aquí… pero hace un par de meses aprendí a los golpes que hay que pagar las tarjetas de crédito a tiempo.)
  9. Me da miedo tener 20 años y no haber hecho nada (Me siento muy bien con todo lo que he alcanzado a los 25, a diferencia de los 20, ahora siento que alcanzar los sueños toma tiempo y esfuerzo)
  10. Tengo música de misa en mi MP3 (Ya no tengo MP3, pero tampoco volví a oír música de misa…)
  11. Me cae mal la gente con mala ortografía (Tengo un tris mas de compasión, creo. Al menos lo intento)
  12. Persigo desconocidos para imaginar cómo será su vida y así escribir cuentos. (Había olvidado que hacía esto. Lo haré hoy 🙂 )
  13. Mi mayor fuente de inspiración para los relatos románticos es un ex novio al que nunca quise. (Esto me hizo reír mucho. Ahora se que la inspiración vendrá de todas las personas que se crucen por mi vida. Pero, no es tan divertido tener ex a los que sí quisiste)
  14. Estoy cansada que mis amigas me pidan consejos para superar a sus ex novios y yo no he podido superar ni a mi ex mejor amigo. (Gracias a Dios eso del mejor amigo quedo superado, pero aun tengo que hacer un análisis psicológico del tema de mejores amigos y yo. Y bueno, que Amigo Inocente sea gay ayuda bastante jaja)
  15. A veces creo que no me quiero casar. (Creo que ahora sí quiero. No sé cuando, pero me gustaría tener una familia)
  16. Nunca me enamoro de nadie, pero amo las historias de amor. (Ahora me he enamorado un par de veces y sigo amando las historia de amor. Pero las amo por que son reales, y difíciles, y hermosas.)
  17. Gasto demasiado tiempo leyendo diarios viejos. (Dejé mis diarios en Colombia, pero estoy leyendo esta entrada… Hay algo que me impulsa a seguir mirando la Ausencia de antes.)
  18. A todo el mundo le digo que no me gustan las frutas ni las verduras, pero la verdad que no soy capaz de probarlas. (Ya he probado algunas, pero siguen sin gustarme… A veces pienso que nunca lograré superar eso)
  19. No me gusta la carrera que estudio, no creo en el periodismo. (Me encanta lo que estudio ahora, la escritura creativa es mi vida)
  20. Cerré Facebook y no me hace falta. (Lo volví a abrir y me estorba a veces)
  21. Alguna vez pensé irme de monja. (Sin comentarios)
  22. Pensé que irme de la ciudad y vivir sola me haría madurar, pero a veces creo que pasó todo lo contrario… (Ahora me fui del país y siento que he madurado en muchas cosas, como en el tema de dinero y responsabilidades. Pero hay heridas que te quedan cuando dejas tu casa que nunca se curan. La soledad es una de ellas.)
  23. Anoche para actuar acorde con lo que escribo, después de publicar la entrada «Sentadita en la realidad», me puse a ver el final de Dawsons Creek. (Bueno, ayer después de un ataque de nostalgia, me vi Gilmore Girls)
  24. Yo quería que Joey quedara con Dawson, no con Pacey 😦 (Sigo de acuerdo. Y Rory con Jess.)
  25. Pienso que hay como mil cosas más útiles para hacer que escribir esta lista y aun así lo sigo haciendo. (Es mejor hacer esto que trabajar…)
  26. Dejé de ser querida con los hombres de la fría ciudad porque allá la gente es TAN antipática que cuando yo era amable con ellos, ellos creían que los quería conquistar… (El tema de ser amable y que los hombres lo confundan con algo más me lo sigo cuestionando.)
  27. Mucho me pregunto por qué me es tan fácil ser sincera por aquí y no cara a cara. (Ahora siento que ni siquiera soy sincera aquí)
  28. Se me ha olvidado como dividir y me cuesta multiplicar. (Nada ha avanzado)
  29. He botado 9 celulares en 2 años y medio! (He botado… Un iPhone en los últimos dos años y medio. Creo que he crecido.)
  30. Soy TAN obsesiva con las tildes, que a veces tildo hasta lo que escribo en inglés. (Bueno, aquí ningún teclado tiene tildes y ahora es complejo hasta tildar en español)
  31. Últimamente siento que el mundo se quiere acabar muy rápido. (Esta obsesión se me acabo, pero ahora pienso que mi vida es la que va a pasar muy rápido)
  32. Quiero llegar hasta el número 40 en esta lista y ya no se me ocurre nada (Felicitaciones?)
  33. Mañana hay votaciones en Colombia y yo no tengo NI idea por quién votar. (La semana pasada fueron las votaciones aquí en Inglaterra, y yo no entendí nada.)
  34. últimamente me siento fea y no me importa 😀 (Esto sí ha cambiado, ahora me siento muy feliz con como me veo, todo el tiempo.)
  35. Estoy oyendo una mañesada terrible: http://www.youtube.com/watch?v=Zde5Xd62Ork&NR=1 (Y lo sigo haciendo. https://play.spotify.com/user/12124214713/playlist/5LLwi65YAWZ8IQLvNp7V9q)
  36. A veces siento que mi mamá no me deja crecer. (A veces siento que quisiera crecer mas al lado de mi mamá)
  37. Crepúsculo me parece un libro tonto, pero sospecho que es solo porque fui demasiado fan de Harry Potter. (Nada ha cambiado aquí)
  38. Apoyo a Argentina en el mundial solo porque estoy medio enamorada de Messi jajaja (Jajaja. Bueno. Mi traga por Messi se ha calmado)
  39. Hago esta lista porque es sábado en la noche y no tengo nada que hacer… (Repaso esta lista porque siento que en mi trabajo me pagan muy mal y no tengo nada que hacer)
  40. No tenía ni idea que aceptar cosas fuera TAN duro!! (Pero es una manera increíble de ver el paso del tiempo…)

Tierra

Toolwiz20155-8-12-15-24

Ella a veces sueña con el olor a tierra. El bosque está desierto y entre las hojas de los pinos se cuela la luz del sol. Ella escarba la tierra y sus uñas se van llenando de color café, no hay nadie alrededor. No se detiene hasta que el hoyo tiene la forma de su cuerpo. Luego, se quita los zapatos rojos, el collar y el reloj.

Se acuesta sobre la tierra, abraza sus rodillas, cierra los ojos. El viento la va cubriendo. No se oyen mas los sonidos del mundo, las risas grises, los susurros.

Ella a veces sueña con el olor a tierra, que tapona sus oídos y la deja por fin en perfecta soledad.

Saturday

 

La mano alrededor de la cintura, el ritmo de la salsa dentro de nuestros zapatos y contra el suelo. El uno-dos-tres, uno-dos-tres. La alemana no sabe cómo mover la cintura. Nos reímos e intentamos enseñarle, pero estamos perdidos dentro de nuestros círculos. La cocina está llena de círculos y son solo nuestros. Hacemos el ocho, bailamos hacia atrás, nos escondemos dentro de tazas llenas de tequila barato. Alguien escribe la palabra THINK en mi muñeca con marcador permanente rojo. La palabra roja también baila. Flota en el aire, en la mano que me da la vuelta, en los ojos que se detienen a mirar, en el brazo que me acerca.

Monday

Las horas meciéndose despacio – hacia atrás, hacia adelante, hacia atrás, hacia adelante – alrededor de los zapatos que esperan bajo la mesa. El café frío, el café malo, el café que no es café colombiano. El rostro mira la pantalla, los ojos no miran nada. El jefe entra a la oficina, su voz es gorda. Su cabeza calva. Nos paga porque necesita amigos, alguien me dijo alguna vez. El cuenta un chiste y toca mi hombro. Arde. Me río. La tarde se vuelve tan larga como un viaje a Medellín. Me gusta pensar en Medellín en español, es mas mío, como las palabras guayacán amarillo. Algo se mueve dentro de mi cuerpo, como una ola, como un tren con alas que choca contra la piel. Después, el caos de flores amarillas, café frío, palabras en español, regados por el piso. ¿Qué paso con la niña colombiana? El jefe pregunta. Nadie sabe. Son las cuatro de la tarde.