Nuestras miradas retadoras chocaron, líneas de electricidad viajaban entre los dos. Él agarraba con ira el manubrio y yo seguía allí, en medio de la autopista, con mis hombros caídos, cara de sueño y cero ganas de mover los pies.
Segundos antes todos los demás había cruzado la calle corriendo, temiendo a aquella camioneta último modelo que seguramente ignoraría el paso peatonal. Yo, que aun no despertaba, no aceleré el paso. Todo lo contrario, me detuve.
El sonido del freno de emergencia llenó el aire.
Lo segundos caían al suelo como pedazos de hielo.
Yo no me movía,
no
lo
haría
En su frente veía como su paciencia se agotaba
pum pum
pum pum
corazones latientes
Su ira en mi frente
Esperé un poco más,
un
poco
más
Luego seguí andando lentamente con mi caminado mañanero, hombros caídos, brazos pesados, piernas trabajando por inercia.
Llegué al otro lado y oí detrás de mí el acelerador forzado, las llantas contra en pavimento mojado.
Y me rei,
¿qué le pasa a toda esta gente que anda con tanto afán?
Deberían ir a mi
rrrrrrriiiiittttmmmmmmmmmmooooo
mañanero