Un segundo, 6 milésimas

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Nuestras miradas retadoras chocaron, líneas de electricidad viajaban entre los dos. Él agarraba con ira el manubrio y yo seguía allí, en medio de la autopista, con mis hombros caídos, cara de sueño y cero ganas de mover los pies.

Segundos antes todos los demás había cruzado la calle corriendo, temiendo a aquella camioneta último modelo que seguramente ignoraría el paso peatonal. Yo, que aun no despertaba, no aceleré el paso. Todo lo contrario, me detuve.

El sonido del freno de emergencia llenó el aire.

Lo segundos caían al suelo como pedazos de hielo.
Yo no me movía,
no
lo
haría

En su frente veía como su paciencia se agotaba
pum pum
pum pum
corazones latientes
Su ira en mi frente

Esperé un poco más,
un
poco
más

Luego seguí andando lentamente con mi caminado mañanero, hombros caídos, brazos pesados, piernas trabajando por inercia.

Llegué al otro lado y oí detrás de mí el acelerador forzado, las llantas contra en pavimento mojado.

Y me rei,
¿qué le pasa a toda esta gente que anda con tanto afán?

Deberían ir a mi
rrrrrrriiiiittttmmmmmmmmmmooooo
mañanero

El hombre ideal

Me monté al bus para volver a casa cuando ya oscurecía. Detrás de mí se sentó un joven de mi edad.

No habíamos recorrido más de dos cuadras cuando le sonó el celular. No pude evitar escucharlo, hablaba como para todo el bus.. y si, soy un poquito metida.
– Hola amor! No te preocupes, ya estoy en el cine haciendo la fila para comprar las boletas.
Instintivamente giré la cabeza y lo miré con los ojos muy abiertos como diciéndole sin palabras: «¡Qué te pasa, tienes problemas o qué! Estamos en la calle 180 montados en un bus… no será que estás alucinando?
Me resigné a saber que hay gente mentirosa en la vida y volteé mi cabeza. No pasaron más de 10 cuadras cuando volvió a sonar el celular.
– Guapa! ¿cómo estás? Si claro, ya voy en la calle 127, no me demoro.
Volví a girar la cabeza y esta vez no pude más que reírme, «no eres más patético amigo porque no se puede!»
Me bajé del bus cuando él seguía pidiéndole a Guapa que le mandara un beso… y me imaginé a Amor esperando las boletas, y a Guapa jurando que llegaría pronto…
Esperen amigas mías, con mucha paciencia, que al pobre le falta cruzar la mitad de la ciudad. Y las felicito, están con el hombre ideal…
Que envidia… ¬¬

La pared de los recuerdos

callejon-del-embudo

Imaginé que entraba 15 años después a aquel lugar. Un letrero de «se vende» habría quizás llenado de incertidumbre mi paso por aquella pequeña y sucia calle, la más vieja de la Ciudad Fría. Seguramente miraría algunos minutos la fachada, dejaría que mi mente girara entre remolinos de recuerdos, y luego preguntaría si sería posible echar un vistazo adentro.

Caminaría por entre las mesas rotas, cubiertas de sábanas blancas como en las películas viejas, sentiría el olor a chicha corriendo aun por los pasillos, y luego subiría por aquella estrecha escalera hasta el segundo piso. Seguramente no habría nada allí, solo un lejano anhelo de música viniendo del techo y claro, la gran pared al lado de la ventana cubierta por un plástico negro, el cual yo quitaría delicadamente sin que el dueño se diera cuenta.

Y allí estarían, incrustados aún en la pared, miles de recuerdos de miles de personas en marcador negro.

Por aquí pasaron los tres parceros
El que se enamora pierde
El gobierno no existe
María y Pedro, amor por siempre
Carlos Serrano, algún día te superaré
El profesor de argumentación es gay
Aquí nos volveremos a ver en 1 año.
Recuerdo de la primera mujer de Gacha

y en la esquina de la ventana, borrado por el viento y la lluvia de la ventana abierta, estaría la ilegible la frase que 15 años atrás escribí.

Despierto, estoy aun 15 años atrás. Mi marcador negro tiembla en mi mano mientras miro lo que he puesto en permamente. Mis 2 amigas suman algunas frases más a la pared rayada del bar, esperan los cocteles que hemos pedido.

Intento imaginar, porque se supone que la imaginación lo puede todo, que 15 años después estaré frente a esa pared, forzando mi mente para recordar qué escribí sin lograrlo. Repasaría caras, amores, desamores, besos, nostalgias, alegrías, tristezas… pero sólo vería letras ilegibles.

Pero ese intento es fallido, un fracaso, la imaginación no es un súperhéroe. Sé con certeza que aunque pasen 30 o 70 años, aunque el tiempo llegue como tornado arrasándolo todo, aunque cambien los caminos… sé que nunca olvidaré lo que quedó allí escrito.

Porque yo no soy como esa pared, SOY esa pared rayada de recuerdos con marcador permamente.