Comienzo a odiarla. No sé si es porque habla con la espalda demasiado recta, o porque mantiene sus brazos en un ángulo de 90 grados mientras se expresa.Todo en ella son ángulos rectos, menos sus labios, estos parecen reventados por una caja de dientes rebelde que intenta escapar.
Mes: febrero 2011
Entre Ausencia y yo
«Cuando nos conocimos, me dibujaste una imagen tuya en mi cabeza ,» me dijo, escondiendo las manos en los bolsillos. «Te pintaste como la niña auténtica, relajada… yo creí que contigo todo sería tan fácil de llevar…»
Se detuvo unos segundos y miró al suelo, yo sabía que tenía miedo de herirme, pero mantuve mi mirada fija en su frente, quería que siguiera hablando.
«Pero cuando el tiempo comenzó a correr, de repente me daba cuenta que no eras todo eso que habías dicho ser…»
Me quedé en silencio.
Hoy, tarde callada y lluviosa de domingo en la Fría Ciudad, se han mezclado sus palabras con mi última entrada y entonces he entendido.
A veces soy más Ausencia que yo misma, pero nadie lo sabe. Aparento ser fuerte, risueña, segura, a quién no le importa nada. Y mientras intento mantenerme en pie, es Ausencia la que se derrumba, porque ella no tiene miedo de caer, no esconde que la vida le va dejando heridas.
Ausencia Silenciosa es el viento que se cuela entre los zapatos de una multitud fría y dormida. Es silencio, ojos abiertos, miedos e inseguridades.
Y yo, la que tiene los pies en la realidad, soy como esas fotos en donde se sale sonriendo, pero por dentro todo se está muriendo.
Supongamos que marco su número y le digo:
«Si, la verdad siempre lo hago. Creo una imagen de mí para parecer más fuerte, para ser más aceptada,» imagino su silencio. «Pero escondo la faceta más sensible, la que tiembla junto con cada dolor que trae la vida.»
Pero es que, no lo puedo hacer, porque lo que hace a Ausencia ser Ausencia es estar ausente del mundo real, acurrucarse detrás de las letras de un blog.