Últimos días

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Soñé que era el último día de colegio. Nos asomábamos por la ventana del salón y escuchábamos los gritos de alegría escapar de los demás salones, mientras un montón de bombas de colores se perdían en el cielo. Era el último día, el último. La profesora pasaba por cada puesto repartiendo un poema de despedida. Nos mirábamos las caras, los papeles de evaluaciones que nunca volveríamos a ver regados por el suelo, los zapatos rojos y la falda de cuadros…

Esa sensación de estar parada en un momento que jamás volverá a suceder, que pasarán siete años y estaremos sentados en una oficina, escribiendo sobre un sueño en vez de trabajar, se me ha quedado pegada a la piel. Porque la vida nunca será así clara con los finales y los principios, como en el último día de colegio donde se sabe con certeza en ese momento no se va a repetir, nunca, nunca, nunca. Porque jamás volverás a estar sentada frente a un tablero, con la falda de cuadros y los zapatos, y un corazón que quiere salir huyendo.

Quizás me hacen falta esos finales, esa sensación de que la vida es una serie con final de temporada y luego un largo verano, no una repetición de días y días, no una repetición de días y días, no una repetición de días…

Silencio que habla

Me desperté muy temprano para ir a una charla sobre la metáfora en la poesía. A las 2 de la tarde llegué a mi casa tan cansada que caí dormida frente al televisor.

Soñé que estaba en una lectura de poesía junto a Amigo Inocente. Sin saber cómo explicarlo, pues los sueños son una realidad bastante extraña, empezaba a sentir que algo malo se aproximaba.

– Tengo miedo – le decía mirándolo a los ojos

– No te preocupes amiga, todo estará bien

Yo sabía que no sería así.

Él también lo presintía y me abrazó muy fuerte, yo sentía que sus brazos alrededor me protegían, me quitaban el miedo. Pero después de algunos segundos esos brazos se tornaron muros que no me dejaban salir, que me asfixiaban.

Cuando lograba escapar del abrazo, la tierra empezaba a temblar y sin tener tiempo de reaccionar, un viento huracanado me levantaba en el aire y me llevaba lejos de allí, tan lejos que no sabía si algún día podría volver.

Allí fue donde entendí que la metáfora no sólo está en la poesía, pues quebrando con la tiranía de la razón, son los sueños metáforas de la vida misma.

Supe entonces que todo iba cambiando.

Sobre rosas blancas

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Casi un mes sin publicar ninguna entrada y tanto ha sucedido estas últimas semanas que ni lo entiendo.

Anoche soñé que estaba en medio de una gran reunión acompañada de mucha gente que conocía desde siempre, incluyendo a Madre y a Amigo Inocente. Entonces la líder de la reunión anunciaba la próxima actividad, íbamos a rotar una rosa blanca alrededor de todo el salón, cada uno debía entregársela a aquel que más daño le había causado. No estoy segura cuando llegaba a mí, pero yo debía entregarla a alguien más, a alguien que me hubiese alguna vez hecho llorar.

Lo pensé por un instante, entregarle esa rosa sería susurrarle lo importante que era para mí, tan importante que incluso me hacía daño. Pero aquello no me importó, me voltee hacía él y con una sonrisa se la extendí. El la tomó, me sonrió de vuelta y metió su mano al bolso que llevaba. De él sacó una pequeña corona, no era realmente nada maravilloso, parecía sacada directamente de aquellos sitios que venden mercancía de contrabando. Yo la tomé y la guardé en mi bolso, luego vi como él le entregaba mi rosa a alguien mas y sentí que mi corazón se rompía lentamente en pedazos.