Maravillosa

Es el tercer día del año, el sol cae sobre la mesa de madera en donde leo a Borges, a Lorca, a Pizarnik. Ya se me ha acabado el café con leche y en la mesa del lado un grupo de mujeres hablan sobre sus borracheras de año nuevo y también de cocinar para la abuela. La escucho mientras preparo el primer taller de poesía del año, y voy entrando de nuevo a mi cuerpo. Eso siempre tiene la poesía, me paso la vida dos pasitos fuera de mí y luego, con versos, vuelvo a entrar.

Vuelvo a sentirme la Verónica que sí es.