¿Quién me acompaña a cantar?

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A los días se los va robando el ladrón de tiempo, mi querido reloj. Y pasan las amistades, los amores, los días largos, los que olvidaremos, las sonrisas, los cuentos y las lágrimas… y quedan nada más las palabras que en algún momento fueron del presente y ahora comienzan a desteñirse.

En conmemoración de mi primer añito como bloguera y esperando desenpolvar palabras, quisiera que le echaran una mirada a esas primeras entradas que sólo leía yo y aquellas a las que les guardo un especial cariño:

1) Por decir lo que es y punto:
2) Por lo sincera
3) Porque el título es perfecto
4) Porque ahí estoy pintada
5) Porque fue la primera
6) Porque no soy la mejor persona del mundo
7) Porque hay misterios que aún no logro resolver
8) Porque es mi cuento preferido
9) Porque es la que más comentarios ha tenido
10) Porque en el colegio ya tenía mis problemas mentales
11) Porque fue la segunda
12) Porque, lo admito, es de mis preferidas
y por todas las que vendrán, cantaré: ¡Cumpleaños feliiiz!
¿Quién me acompaña a cantar?

Escondidijos

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Me encanta como el Tiempo juega a las escondidas.

En principio me dediqué a contar 1,2,3,4,5… pero cuando los meses empezaron a pasar, me cansé, convoqué al olvido y seguí adelante, guardando recuerdos en alguna vieja caja, a veces con candado.
Y entonces, cambiaron las ciudades, los momentos, pasaron los amigos, los amores, como páginas de viejos diarios… y en el instante menos esperado, oi a lo lejos aquella voz saliendo de su escondite:
– ¡Por mí!
y me quedé mirándolo.
y me quedé mirándote…
¡Cuánto tiempo ha pasado! Me conociste como una colegiala riendo a carcajadas, yo te recordaba como un hippie de pelo largo y mirada tímida. Fui tu amor de verano y te di un beso porque tenía mucho que olvidar…
Ahora, en una ciudad desconocida para los dos, te vuelvo a encontrar.
– Cuánto has cambiado – me dices mirándome a los ojos – te ves tan grande
– y tú, te has cortado el pelo… – no encuentro más palabras
Caminamos por el centro, entramos a algún viejo café, hablamos del pasado… Y noto que tus ojos son cafés claros.
Me abrazas. Nos despedimos en la parada del bus…
Siento que el Tiempo comienza a sonreír maliciosamente, pensando en el juego que volverá a comenzar.
– Oye, ¿tienes algo que hacer el jueves? – te digo antes de subir.
– Planeaba volver a verte – Me respondes
Ay, Tiempo querido… ¡creo que ya he aprendido a jugar contigo!

El hombre que le temía a la sopa

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Hace meses un cliente me decía

«Que nunca venga un plato hondo en esa bandeja»
Yo obedecía

Lo veía mirar por la ventana
deslizar los ojos en cada gota
y querer ser charco
o paloma

Adelgazó
supe que casi no comía
a sus huesos se abrazaba
la poca carne que le quedaba

El día que me dijiste
«Ya no me interesa estar contigo»
entendí al pobre hombre
y quise ser charco
o paloma

Perdí mi empleo
pues los clientes se quejaron
«Este mesero no trae mi sopa»

¿y, qué podía hacer?
Ahora que ya no te tenía,
tu recuerdo,
saltando desde un trampolín,
había caído
no en la mía
sino en todas las sopas
de la cafetería

Gracias

Por aparecer en el momento justo y entender que necesitaba un amigo, un abrazo, alguien que me escuchara llorar.

Por no cambiar de tema, no hablar de ti unos segundos y arrancarme con las uñas esta soledad que duele tanto, este dolor que no se quita aunque los meses pasen…

Por limpiar las paredes de mi alma de recuerdos sucios y gastados y fingir que nos conocemos de toda una vida. Por olvidar que hace apenas 2 semanas me sé tu nombre y aún así tratarme como a tu hermana menor.

Y puede que no seamos amigos para siempre, que después de un tiempo no nos volvamos a ver… Pero no olvidaré como anoche me dijiste:

«Tranquila, si quieres puedes llorar»