
Me encanta como el Tiempo juega a las escondidas.
En principio me dediqué a contar 1,2,3,4,5… pero cuando los meses empezaron a pasar, me cansé, convoqué al olvido y seguí adelante, guardando recuerdos en alguna vieja caja, a veces con candado.
Y entonces, cambiaron las ciudades, los momentos, pasaron los amigos, los amores, como páginas de viejos diarios… y en el instante menos esperado, oi a lo lejos aquella voz saliendo de su escondite:
– ¡Por mí!
y me quedé mirándolo.
y me quedé mirándote…
¡Cuánto tiempo ha pasado! Me conociste como una colegiala riendo a carcajadas, yo te recordaba como un hippie de pelo largo y mirada tímida. Fui tu amor de verano y te di un beso porque tenía mucho que olvidar…
Ahora, en una ciudad desconocida para los dos, te vuelvo a encontrar.
– Cuánto has cambiado – me dices mirándome a los ojos – te ves tan grande
– y tú, te has cortado el pelo… – no encuentro más palabras
Caminamos por el centro, entramos a algún viejo café, hablamos del pasado… Y noto que tus ojos son cafés claros.
Me abrazas. Nos despedimos en la parada del bus…
Siento que el Tiempo comienza a sonreír maliciosamente, pensando en el juego que volverá a comenzar.
– Oye, ¿tienes algo que hacer el jueves? – te digo antes de subir.
– Planeaba volver a verte – Me respondes
Ay, Tiempo querido… ¡creo que ya he aprendido a jugar contigo!