Saturday

 

La mano alrededor de la cintura, el ritmo de la salsa dentro de nuestros zapatos y contra el suelo. El uno-dos-tres, uno-dos-tres. La alemana no sabe cómo mover la cintura. Nos reímos e intentamos enseñarle, pero estamos perdidos dentro de nuestros círculos. La cocina está llena de círculos y son solo nuestros. Hacemos el ocho, bailamos hacia atrás, nos escondemos dentro de tazas llenas de tequila barato. Alguien escribe la palabra THINK en mi muñeca con marcador permanente rojo. La palabra roja también baila. Flota en el aire, en la mano que me da la vuelta, en los ojos que se detienen a mirar, en el brazo que me acerca.

Monday

Las horas meciéndose despacio – hacia atrás, hacia adelante, hacia atrás, hacia adelante – alrededor de los zapatos que esperan bajo la mesa. El café frío, el café malo, el café que no es café colombiano. El rostro mira la pantalla, los ojos no miran nada. El jefe entra a la oficina, su voz es gorda. Su cabeza calva. Nos paga porque necesita amigos, alguien me dijo alguna vez. El cuenta un chiste y toca mi hombro. Arde. Me río. La tarde se vuelve tan larga como un viaje a Medellín. Me gusta pensar en Medellín en español, es mas mío, como las palabras guayacán amarillo. Algo se mueve dentro de mi cuerpo, como una ola, como un tren con alas que choca contra la piel. Después, el caos de flores amarillas, café frío, palabras en español, regados por el piso. ¿Qué paso con la niña colombiana? El jefe pregunta. Nadie sabe. Son las cuatro de la tarde.