Qué linda me veo dibujada en tus letras, qué linda me pintas en tus párrafos infinitos. Así melancólica, una niña chiquita saltando entre los muritos del parque, esperando un regalo sobre la cama todas las noches y dibujando pájaros de origami en el techo de las habitaciones. Qué lindo saber que esa no soy yo.
A veces pienso que entre más escribas sobre mí, menos me recordarás. Te irás quedando con esa que puedes dibujar, a la que la tristeza infinita la hace hermosa y no imposible de soportar; sobre la que puedes escribir ahora que se ha ido pero que si regresara te dejaría con la hoja en blanco.
Esa debe ser la magia de Ausencia, que entre más lejos está, mejor la puedes ver. Adelante, escríbeme hasta que me gastes, hasta que me saques, hasta que se te olvide cuánto te cansaba esa niña chiquita y malcriada, que a veces solo quería pájaros de origami y te exigía más regalos de los que podías dar.
Adelante, escríbeme hasta que inventes cada partecita y se te olvide que todo fue real.

Pasa muy a menudo que tendemos a desfigurar los recuerdos, por eso después no recordamos qué fue lo que nos llevó a esa ausencia de la realidad. Precioso texto. Biquiños!
Gracias por pasarte por aquí, Mandarica! Es cierto, pero a veces me pregunto si no sería mejor que nos recordáramos reales. Un abrazo!